Vale, son un poco distintos a un
ramo de flores pero también tienen su encanto, sobre todo si están bien
preparados: también tienen olor agradable, buen aspecto y, además, están
riquísimos. Por lo menos los que preparó mi costalero el otro día, que no
desmerecen en nada a los que solemos comer en nuestras vacaciones por Francia,
donde es un plato habitual. Una lesión en el hombro derecho no me deja jugar a
cocinillas (entre otras cosas) con la soltura que suelo hacerlo, así que el
pasado domingo el muchacho se puso el mandil y me obsequió con un menú de lo
más casero y estupendo. Los mejillones en salsa picante fueron el plato
estrella. Aquí la muestra:
Si queréis saber cómo los hizo,
atentos a la receta.