viernes, 20 de diciembre de 2013

Animales de costumbres

Es curioso cómo tendemos a hacer estacional todo lo que nos rodea, cómo asociamos los objetos a cada momento o a una época determinada. Está claro, por ejemplo, que hay ropa de verano o de inverno en tanto abriga o resulta más fresca pero ¿por qué asociamos los colores a una u otra estacón? ¿Por qué la viveza del naranja tiene que acompañar a un día soleado y lo guardamos al llegar el tiempo umbrío, en vez de dejarle alegrar los días más oscuros?

Ahora llega la Navidad y las calles se ven inundadas de reclamos coloridos y luminosos, gentío desordenado y trampas para niños curiosos y padres incautos. La Navidad es, sobre todo (y dejando a un lado el aspecto religioso, el poco que le queda ya), una fiesta para los más pequeños. Por eso, las pantallas de cine se ven invadidas por aventuras mágicas y aleccionadoras y los escaparates de las librerías se pueblan de cuentos infantiles y cualquier otro título que, relacionado con las festividades, pueda venderse bien.

También la televisión toma el mismo rumbo y, en medio de los numerosos programas especiales, se reponen, año tras año, las mismas películas. Sólo que ya no son las mismas. Cuando era niña (y no tan niña) disfruté, Navidad tras Navidad y en diferentes versiones, con las peripecias de las hermanas March. Mi mente, siempre tan caótica, grabó el recuerdo de la admirable Jo con la imagen de Katharine Hepburn y el de Amy con una deslumbrante Elizabeth Taylor. Así de caprichosa soy. “Mujercitas” era un clásico navideño igual que “Qué bello es vivir”, incombustibles durante décadas.


En los últimos años hemos cambiado las películas aunque no la costumbre de reponerlas. Ahora, en cuanto la iluminación de las calles y la batuta de los centros comerciales inauguran oficialmente la temporada, volvemos a encontrar títulos como “Love Actually” o “The Holiday” (¿se les acabó el presupuesto en traductores, por cierto?), para entrar en ambiente. Definitivamente, somos animales de costumbres. 

martes, 12 de noviembre de 2013

Los escritores hablan: La múltiple personalidad del creador


Me gusta la apreciación del genial Adolfo Bioy Casares… quizá porque a mí me ocurría lo mismo, ejem…


“Yo, cuando era chico, tenía la esperanza -contra todo lo que pudiera esperarse- de ser varias personas.”

lunes, 4 de noviembre de 2013

Mejillones para mimarme

Vale, son un poco distintos a un ramo de flores pero también tienen su encanto, sobre todo si están bien preparados: también tienen olor agradable, buen aspecto y, además, están riquísimos. Por lo menos los que preparó mi costalero el otro día, que no desmerecen en nada a los que solemos comer en nuestras vacaciones por Francia, donde es un plato habitual. Una lesión en el hombro derecho no me deja jugar a cocinillas (entre otras cosas) con la soltura que suelo hacerlo, así que el pasado domingo el muchacho se puso el mandil y me obsequió con un menú de lo más casero y estupendo. Los mejillones en salsa picante fueron el plato estrella. Aquí la muestra:



Si queréis saber cómo los hizo, atentos a la receta.

viernes, 1 de noviembre de 2013

Truco o trato y a correr

Curiosa la preparación de nuestros señores representantes en el Congreso de la noche de Halloween que les esperaba ayer: a mí, desde luego, me asustaron. No es para menos. Aterroriza pensar en manos de quiénes estamos ante tal imagen de responsabilidad abrumadora.

viernes, 25 de octubre de 2013

Los escritores hablan: Las palabras son alas


Maria Corti, escritora italiana no muy conocida, escribió una novela de hermosa brevedad, El canto de las sirenas, en la que dejó caer esta frase que tengo subrayada:

“Hay algo entre las palabras, un vínculo, una relación, frágil o vigorosa, una mágica posibilidad de metamorfosis: con ellas se puede volar, volar, descubrir o precipitarse en el fondo.”



miércoles, 23 de octubre de 2013

La infinitud de las redes sociales


Esto de las redes sociales es un invento, un descubrimiento y una locura… Quién me iba a decir a mí hace poco más de dos años que me iba a ver inmersa en este mundo virtual con más brazos que un Shiva desatado, abriendo con cada una de las manos una puertecita a un nuevo espacio intangible que parece no tener fin. Charlas con amigos, nuevos contactos, prensa, libros, música, casi todo cabe en esos universos que se abren a través de tantos aparatitos que se han hecho hueco en nuestra cotidianeidad. Llenos de posibilidades, unas gratificantes y otras un tanto peligrosas, como todo en esta vida.

Nunca he sido una entusiasta de la tecnología sino que, más bien, me amedrentaba un poco porque me sentía en desventaja ante tanto despliegue. Pese a todo, de repente me he visto arrastrada por su estela arrolladora y aquí estoy, enredada en los tentáculos de la comunicación envolvente, convertida en una larga serie de avatares (casi en todas sus acepciones) que pululan por otros tantos puntos de este cósmico internet.

En fin, “hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad”, como cantaban en La verbena de la Paloma. Y lo que nos queda por ver.

De momento, bastante tengo con desparramarme por mis blogs, mis cuentas de Google, mis páginas de Facebook, mis canales de Twitter, mis zambullidas en GoodReads y Anobii, desbarres en foros, experimentos en la nube y demás enredos cibernéticos. Que recuerde a bote pronto.

Y todo esto es porque acabo de descubrir (sí, soy lenta en estas cosas, lo confieso sin reparo) lo fácil que Bloglovin me ha puesto seguir los blogs que me interesan, a pesar de mi dispersión habitual. Y porque aprovecho el post abierto para escribir el código que necesitaba para dar de alta mi cuenta.

Que siga la dispersión, o la diversión, o lo que más plazca.


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lunes, 14 de octubre de 2013

Me escuece...

Algo que me irrita sobremanera es que  los jerarcas de turno -sean de la clase que sean- nos tomen por imbéciles y, por si fuera poco, nos lo llamen a la cara. Y, como lo hacen continuamente, tengo un sarpullido perpetuo; por dentro, por donde más escuece.

domingo, 13 de octubre de 2013

Improvisando un pastel de pisto

O creo que era pisto. Me paso la vida intentando organizarme, cosa que es bastante difícil dada mi naturaleza caótica, y la mayoría de las veces acabo jugando a malabares con las diferentes partes de mi vida. Así, hay ocasiones en las que me acuerdo de etiquetar lo que guardo en el congelador... y otras en que no. Este era uno de los últimos casos.
Saqué del congelador un "tupper" que, según esperaba, contenía algún tipo de verdura en picadillo, sofrito o guiso de los que suelo hacer con cierta regularidad. Pero no recordaba cuál era. Lo dejé descongelar poco a poco en la nevera y, por el color y el olor, fui deduciendo que se trataba de pisto. Y, en vez de servirlo sin más, me arrebató uno de esos impulsos que me dan y que no siempre tienen final feliz: improvisé un pastel.
¿Fue feliz este final? Bueno, a riesgo de parecer vanidosa he de decir que ¡SÍ! Lo cual me hace pensar que no volverá a quedarme igual, por supuesto, pero creo que tendré que intentarlo.



Si queréis probar, os cuento cómo lo hice.

martes, 8 de octubre de 2013

Los escritores hablan: Infierno y libertad.

La agudeza de Roald Dahl se vierte en este caso en una observación sobre el día a día de los escritores:


“La vida de un escritor es un verdadero infierno comparada con la de un empleado. El escritor tiene que obligarse a trabajar. Ha de establecer sus propios horarios y si no acude a sentarse a su mesa de trabajo no hay nadie que le amoneste. Si es autor de obras de ficción, vive en un mundo de temores.  Cada nuevo día exige ideas nuevas y jamás puede estar seguro de que se le vayan a ocurrir. Dos horas de trabajo dejan al autor de ficción absolutamente exhausto. Durante esas dos horas ha estado a leguas de distancia, ha sido otra persona, en un lugar distinto, con gente totalmente distinta, y el esfuerzo de volver al entorno habitual es muy grande. Es casi una conmoción. El escritor sale de su cuarto de trabajo como aturdido. Le apetece un trago. Lo necesita. Es un hecho que casi todos los autores de ficción beben más whisky del que les conviene para su salud. Lo hacen para darse fe, esperanza y ánimo. Es un insensato el que se empeña en ser escritor. Su única compensación es la libertad absoluta. No tiene quien le mande, salvo su propio espíritu, y eso, estoy seguro, es lo que le tienta.” 

lunes, 7 de octubre de 2013

I'm a mean, mean woman: soy mala... pero no tanto.

¿Una mujer mala o una mala mujer? ¿Por qué la colocación del adjetivo antes o después del nombre parece cambiar el sentido final del sustantivo? En fin, este no es lugar para disquisiciones lingüísticas: es mi rincón musical. Y la mala mujer no es otra que Janis Joplin, desgarrada y desgarradora como fue siempre, sangrando un emocionante Turtle Blues para ponerme los pelos de punta cada vez que la escucho. Luego tardo en quitármela de la cabeza y de la garganta. 





lunes, 30 de septiembre de 2013

Los escritores hablan: El doloroso sentir.

Para estrenar este espacio, he escogido una cita del recientemente desaparecido José Luis Sampedro, fascinante palabrista:

«Aquel que no pueda dejarlo que siga, aunque esté cuarenta años, como yo, escribiendo como un autor prácticamente desconocido, pero nadie le podrá quitar, como decía Garcilaso, el doloroso sentir.»

viernes, 27 de septiembre de 2013

Mi ventana al mundo

Todos los inicios deberían ser optimistas, por definición: lo que empieza es algo nuevo y, como nuevo, susceptible de evolucionar. Seamos genetistas de nuestro tiempo y hagamos experimentos con el porvenir.

Por lo pronto, ya ha amanecido, el sol brilla, tenemos un día por delante para hacer feliz a alguien y disfrutar de los que tenemos cerca.

¿Veis el sol naciendo con toda su belleza? Pues es sólo el preludio…


miércoles, 25 de septiembre de 2013

Una casa con muchas puertas



La mente es para mí como una casa: llena de estancias de varios tamaños, algunas diáfanas y otras compartimentadas, a veces abiertas a corredores que las unen o a pasadizos que no llevan a ninguna parte y, en ocasiones, cerradas con puertas a cal y canto. Unas están vacías o con grandes espacios que esperan llenarse mientras otras están más o menos amuebladas, adornadas e incluso abarrotadas de trastos, no todos de utilidad. A veces se encuentran las cosas a la primera, a veces hay que hurgar y escarbar hasta dar con lo que una busca… Y últimamente tengo la impresión de que lo último es más habitual. Quizá hay habitaciones donde la montonera rebosa peligrosamente y debería limpiar un poco. Lo cierto es que, cuando cruzo las puertas, puedo encontrar cualquier cosa.

Ilustración: "Mañana en Cape Cod", Edward Hopper (1950)
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Morning Sun (Edward Hopper, 1952)

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